VIVIMOS en una sociedad que premia la soberbia, la vanidad, pero que se violenta cuando alguien señala algún error, alguna falta. La humildad, el reconocimiento de nuestras carencias, no son sino catalogadas como debilidades, como manchas en esa perfecta imagen que pretendemos construir de nosotros, eliminando cualquier rastro de humanidad.
A veces parece que el peor defecto que tenemos los humanos es precisamente ser solo eso.