DESDE PEQUEÑOS nuestros padres, la escuela y la sociedad en general nos exigen obedecer sus reglas, no cuestionar la naturaleza de sus mandatos. Sin embargo, cuando alguno de nosotros se atreve a buscar la verdadera razón de la existencia de estas normas, es frecuente encontrar el rechazo y la reprobación de todos.
Mas no olvidemos que las reglas son flexibles, pueden ser modificadas si son basadas en el odio, en el miedo, en la intolerancia, en los sentimientos más oscuros de la humanidad. También es nuestra responsabilidad seguir a quienes las imponen, no debemos olvidar que estos últimos son seres imperfectos sin importar su estatus o posición social.
No debemos olvidar que tenemos libertad de conciencia.